Disturbios en la calle, pitas en el estadio


No se sabe qué tiene más enfurecidos a los parisinos: si el cambio de edad en las pensiones ofrecido por el presidente Emmanuel Macron, o las actitudes de los jugadores del París Saint-Germain, particularmente de Lionel Messi, luego de su ausencia por ir a grabar un comercial a Arabia Saudita. El jugador es pitado en cada entrenamiento en el estadio Parque de los Príncipes, y en cada partido cuando su nombre es anunciado en la alineación del equipo, las rechiflas y la ira llenan todo espacio posible.

La arrechera comenzó con Neymar y su pretendido y frustrado regreso al Barcelona, continuó con los devaneos veraniegos de Kylian Mbappé con el Real Madrid, también fracasado, hasta llegar a la erupción con el asunto del argentino. Un maremágnum de rabias descontroladas que han tomado al técnico, Christophe Galtier, sin saber qué hacer ni conseguirle una salida a este maldito laberinto estilo francés.

Si hurgamos y se llega hasta el fondo del problema, vamos a encontrarnos con que la génesis de todo está en el propio equipo, creado con recursos millonarios y sin valores de formación, mística e identidad. Sus directivos pensaron que traer a figuras como las que tiene bastarían para crear un imperio, pero las realidades, los resultados en la Liga de Campeones han devuelto las cosas a su lugar. Dos eliminaciones seguidas del PSG en octavos de final, luego de un año, 2020 en el que pudo llegar a la final de la Champions, han desnudado al dinero y demostrado que, como en la vida, la plata no puede comprarlo todo. En su empecinamiento por construir el edificio indestructible, de hormigón del más grueso, se olvidó que antes hay que concebir las bases y crear una estructura confiable que pueda, año a año, temporada a temporada, entregar jugadores que hayan crecido en medio de una identificación y amor por aquella camiseta: ¿la tendrán Neymar, Mbappé y Messi?

Ahora, hay otra vertiente en todo este enojoso lleva y trae: ¿hasta dónde puede llegar la culpa de los jugadores, se podrá conocer cuál era su verdadera voluntad? Hay que poner sobre la mesa que sus movimientos los maneja la figura del representante, y no es empresa sencilla saber hasta dónde llega, o no, la decisión del futbolista.

Prontamente llegará el llamado mercado de verano, esa especie de subasta millonaria de venta y compra de jugadores que cada año cambia el mapa del juego y el panorama de los clubes, y crea nuevas perspectivas europeas. No se sabe adónde irán a parar Neymar, Mbappé y Messi, pero con sus posibles nuevos destinos seguramente que ya nada será lo mismo.

Algunas cosas cambiarán, nuevos uniformes se estrenarán, las aficiones de cada país recibirán a los jugadores recién llegados con regocijo y lucidez, y las protestas acallarán en las calles de París. Pero el fútbol seguirá siendo, como siempre ha sido, el fútbol nuestro de cada día.

Todo por el dinero, ¿no?

En su transformación, en su vaivén de cada día, el fútbol ha ido tomando el cuerpo del dinero. Se disfraza del billete sin máscara y sin rubor, viste su traje verde y ya nadie se escandaliza por el detalle.

Son los tiempos que se viven en los que parece que lo material es lo que marca el rumbo, y veamos a Cristiano Ronaldo, clasificado en la vanguardia de los atletas del mundo por la plata que cada año entra en su banco.

Por ella desertó Neymar del Barcelona hasta llegar a la Torre Eiffel, y por otro montón dejó Messi al mismo club catalán para enrolarse en el que más paga.

Y, para qué decirlo, mientras aguardan por las noticias de la Major League Soccer y su crecimiento indetenible, e hipnotizados por el fulgor de la moneda preparan una caravana, encabezada por el portugués, hacia Arabia Saudita, nueva dorado de la codicia futbolística.

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Bravura

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Ídolos

Con los tres astros se repitió la historia del ídolo caído. Luego de un amorío, repentinamente y porque la gente no perdona, cayeron en desgracia..

París

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Norteamérica

El paso de los días lo va a decir, pero se augura un porvenir dorado para los tres jugadores en la Major League Soccer. ¿Cuánto le costará llevarlos allá?

Tiempos

El jugador más caro en Venezuela ha sido Richard Páez, negociado por 250 mil bolívares, 74 mil dólares en la época. Eso ganan hoy con solo mirar el balón.



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