El plan del Bocha tuvo orden sin finura para las conexiones


El camino de las eliminatorias al Mundial de fútbol de 2026 nunca ha sido un lecho de rosas para Venezuela. Sufrir el verbo más conjugado en la historia de la selección nacional, y fue lo que volvió a ocurrir en el inicio de la eliminatoria suramericana en el estadio Roberto Meléndez de Barranquilla.

No es fácil jugar en este estadio. La ciudad carnavalera es un horno crematorio. Por estos días la temperatura media ha estado rondando los 36 grados, con un pico de calor que llegó a los 40, y como el estadio está construido en una fosa, la humedad y la altísima temperatura se sienten con mayor intensidad en el terreno de juego.

Por eso en Barranquilla es cuesta arriba defenderse sin la pelota. Hay que tenerla, cuidarla y mimarla para poner a correr al rival detrás de ella y consumirle las energías y las piernas.

El plan del técnico argentino Fernando Batista era aguantar el empuje de una selección cafetera rabiosa por haber quedado fuera del Mundial de Catar con una plantilla repleta de estrellas y goleadores.

Lo hizo bien la Vinotinto durante 45 minutos. Se sabía que Colombia intentaría explotar las bandas, por la velocidad de jugadores como Juan Guillermo Cuadrado y Luis Díaz, pero el plan del Bocha funcionó casi que a la perfección.

Alexander González, a quien le tocó el trabajo más duro de frenar a Díaz, lo hizo con puntos altos. Lo anticipó, le cortó las líneas de pases, lo obligó a descargar y la única oportunidad en la que el atacante del Liverpool escapó de la emboscada defensiva y anotó tras una brillante pared con Santos Borré, pero el gol fue anulado ante la perspicacia del resto de la defensa para dar un paso adelante y accionar a tiempo la trampa del fuera de juego.

Pero a la idea de relantizar el juego de Colombia, bajarle la velocidad y tratar de sorprenderla de contragolpe le faltó finura en las transiciones ofensivas. Los pases entrelíneas de Savarino o los desbordes en el uno contra uno de Darwin Machís fueron improductivos, mientras que Salomón Rondón recibió escasos pases por alto o por bajo para servir como pivote, bajar el balón y asociarse con sus compañeros. Y en las dos claras ocasiones de gol que creó Venezuela, los remates de cabeza de Yangel Herrera y Wilker Ángel salieron desviados.

El gol relámpago de Colombia, en apenas 16 segundos del complemento, fue un golpe anímico del que Venezuela no se pudo reponer. El gol nació de una jugada de pizarrón, bien concebida y ejecutada por el cuadro cafetero, que tomó desprevenida a Venezuela.

Luis Mago quedó expuesto a un dos contra uno por su banda, eligió seguir al lateral que se proyectaba a sus espaldas para evitar el desborde, Yangel no llegó a tiempo para cerrar a Jhon Arias y este metió un pase caviar entre los centrales que Santos Borré completó con su espléndido cabezazo. Hubo mucha virtud de Colombia para trasladar el ataque a la otra banda y provocar el despiste de la selección que se movió tarde para cerrar los espacios.

La rebelión que intentó el Bocha dando cabida a la habilidad de Rómulo Otero y Yeferson Soteldo para buscar las conexiones en la mitad del campo no produjo ningún efecto, porque el balón siguió en poder de Colombia que generó varias ocasiones de gol, mientras que Alejandro Marqués también fue un espectador sin implicación en el juego, como había sido Rondón.

Sacar al menos un punto en Colombia era el presupuesto calculado por la Vinotinto, que ahora tiene que mostrar otras cartas en Maturín. Ser más osado y buscar un triunfo con más atrevimiento y juego.

Alexander González fue el punto más alto en la defensa

La evaluación individual del rendimiento de los jugadores en este primer partido de la eliminatoria dejó como punto más alto el oficio que mostró Alexander González para luchar sin arrugarse contra una de los delanteros más temibles, como Lucho Díaz.

Sin ser un lateral de corte defensivo, más un mediocampista o extremo con proyección y buen pie para los centros, el jugador del Caracas le cerró el paso al delantero del Liverpool, lo obligó a pasar el balón y hizo que Colombia cambiara su ataque para la banda izquierda para explorar el terreno de Luis Mago, que quedó más expuesto tras el gol de los cafeteros.

El arquero Rafa Romo tuvo cinco despejes que dejaron pagando a la defensa con balones sueltos cerca del área, que pudieron costar más goles a la selección, por lo que ante Paraguay es posible que Alain Baroja pudiera ofrecer su acostumbrada seguridad para repeler y atajar.

La pareja de centrales de Osorio y Wilker estuvo correcta y el tanto de Colombia fue más producto de la virtud del rival para desacomodar y conseguir una pequeña rendija que la sociedad entre Arias y Santos Borré.

La mitad del campo fue el punto más flaco de la selección con este trivote del “Brujo”, Rincón y Herrera que nunca logró conectarse ni crear circuitos de pases con Savarino y Machís,y dejó a Salo muy aislado en el ataque.

Contra Paraguay hay que generar sociedades en busca del triunfo

Contra Paraguay ya el Bocha vislumbró que el planteamiento de juego no será de tantas precauciones. En la rueda de prensa tras la derrota ante Colombia, dejó claro que el sistema de juego cambiará de acuerdo al análisis que hagan del rival y sus características.

Es de esperar, en consecuencia, que ante una selección como la guaraní que le cuesta generar situaciones de peligro y concretar en el arco rival, Venezuela exhibirá nuevos argumentos más comprometidos con buscar de manera más decidida el arco contrario.

El trivote defensivo pudiera dar paso a una pareja de volantes mixtos para añadir un volante creativo que pueda pedir la pelota, pisarla y distribuir juego en aras de que se produzcan las conexiones y la fluidez en las transiciones, mientras que Salo pudiera tener a Josef Martínez como socio arriba.



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