De Melo Almada para Julio Urías
Mi admirado Julio:
Quizá ya no haya consejo que logre penetrarte, según tu historia de agresor contra las damas. Pero de todas maneras, me atrevo a enviarte la presente misiva desde este Más Acá que ustedes llaman Más Allá, porque es posible que sí le sirva a otros que la lean.
Para comenzar, me parece horrible lo que haces. Y escribo “lo que haces”, porque, según agredes a las chicas, parece que estás enviciado. Que no serás capaz de corregir nada, nunca.
Y pensar que ha habido tantos poetas de la música nacidos en nuestro México, que les han cantado dulces y dedicadas canciones a ellas. Como Agustín Lara, Armando Manzanero, Roberto Cantoral, José Alfredo Jiménez, Juan García Esquivel, Chucho Navarro, Alfredo (El Güero) Gil. Y no alcanzaría todo el espacio para publicar la lista completa.
“Acuérdate de Acapulco,
de aquellas noches,
María Bonita, María del Alma.
Acuérdate que en la playa,
con tus manitas,
las estrellitas las enjuagabas.
En cambio tú, les pones cara de furioso a las mujeres que dices amar y les entras a puñetazos, con el mismo entusiasmo con que dejas strikeouts a los bateadores de la Liga Nacional. ¡Julio, modérate, muchacho!
¿Tú no tienes ningún recuerdo de alguna de ellas, parecido a ese de “Acuérdate que en la playa, con tus manitas, las estrellitas las enjuagabas?”.
Me parece que no. Dá la impresión de que sólo guardas en tu memoria escenas horribles de tus bellas novias. ¡¿Qué cosa más extraña?!.
Bueno, como ya sabes, fui el primer bigleaguer nacido en nuestro país. Nací en Huatabampo, Sonora, y debuté con los Medias Rojas en 1933.
Y desde entonces, los mexicanos hemos observado una conducta buena en extremo por esas alturas de las Mayores. La excepción has sido tú, nos has decepcionado, primeramente a tu familia, después a nuestros compatriotas y también a millones de seguidores del beisbol de las otras nacionalidades.
Te recalco, nos has decepcionado. ¡Y pensar que eres nativo de un Estado como Sinaloa, de gente tan fina, decente y cariñosa. Con razón dicen que “siempre hay excepciones”. Tú has sido una lamentable excepción.
Todos queremos, deseamos, que quienes son figuras del beisbol, como tú, tengan una vida realmente feliz y ejemplar. Pero de un futuro muy prometedor en glorias deportivas y en multi-millones de dólares como el que tenías, has pasado a esperar lo peor.
Lo siento mucho, Julio. Y ojalá pudiera hacer por tí algo más que escribir esta llorosa carta y acompañarte a sufrir tus desatinos. Sin embargo, te quiero con intensidad. Un abrazo de compasión… Tu amigo, Melo.