Fiesta de técnicos: Guardiola no, Carlos Ancelotti sí


Los despachos que salen y llegan desde Brasil dan casi como un hecho que Carlo Ancelotti tomará el comando de la selección verdiamarilla. Que renunciará a su contrato con el Real Madrid, con vencimiento en 2024, para hacerse cargo de una selección que siempre ha llevado, como estandarte, técnicos brasileros al mando.

Hace algún tiempo se habló de Josep Guardiola, pero aquello fueron más bien fuegos de artificio, publicidad del momento de un entrenador que siempre ha parecido, por su intelecto y una cierta arrogancia, por su manera de interpretar el juego, diferente al común. Esta vez no; la especie parece ser muy confiable, porque las fuentes de las que emana la información son probadamente serias: “Ancelotti dirigirá a Brasil”.

En Río de Janeiro y Sao Paulo, en Bahía y Paraná, en Río Grande do Sul hay opiniones encontradas. Algunos modernistas, y especialmente gente joven, se arrebatan y sonríen de complacencia ante tan provocativo e inesperado anuncio; otros, más tradicionalistas, aquellos que pasan de los 40 años de edad, ven la contratación del italiano como un sacrilegio y que la Confederación Brasileña de Fútbol debería ir directo a la excomunión.

Son los tiempos que se viven. El fútbol, como tantas cosas del quehacer humano, ha ganado algo, pero ha perdido algo. “¿Un entrenador extranjero para Brasil, luego de un siglo de gente de aquí?”. En los últimos mundiales, particularmente en el reciente jugado en Catar, se vio a un seleccionado brasilero ahogado en su contradicción: grandes jugadores, luminarias de las canchas, perdidos en la obsolescencia de un estilo de jugar que parece de otra época. No obstante, este concepto es discutible; Argentina ha mantenido el purismo de su fútbol y ahí están los resultados.

Los tutores europeos reflejan su luz en América; son como eslabones dorados de una cadena que está fuera de su alcance. Tal vez muchas selecciones quisieran tener uno como guía de su fútbol y arquitecto de sus proyectos futuros, pero la condición económica es un monstruo prehistórico que les sale al paso y les hace ver su precariedad. ¿Cuántos Guardiola, cuántos Ancelotti viven en los sueños de Perú, Ecuador, Bolivia, Chile, Colombia, Uruguay, Paraguay, Venezuela? El tiempo pasa y las brechas en diversas áreas entre aquel continente y este siguen siendo, y cada vez más, un abismo insondable. El fútbol no escapa a este estado de cosas, porque el fútbol es un pedazo de esa situación.

Aún quedan cosas por resolverse. Todavía Carlo Ancelotti dirige al Real Madrid, y no se puede dejar a un lado que para los europeos venir a América para ejercer un trabajo como el de dirigir a un equipo es un asunto para pensar, para sacar cuentas de modo de vida y de dinero a raudales, a menos que el espíritu de Cristóbal Colón aún flote en el océano Atlántico y contagie de nuevos aires al “mister” italiano.

Con alas en las maletas

Los días postmundial han sido de remezones en el fútbol de América. Los entrenadores, con alas en sus maletas, han salido de varios países para ser sustituidos por otros que suponen traer nuevas ideas.

El caso más sonado, por sus características y porque le tocó a Venezuela, fue el del José Néstor Pékerman. Traído con ruido de orquesta, tal era su prestigio internacional, terminó por marcharse en medio de un escándalo generado por un miembro de su delegación.

Así se despidieron el venezolano César Farías de Bolivia, Gustavo Alfaro de Ecuador, Martín Lasarte de Chile, Eduardo Berizzo de Paraguay, Reinaldo Rueda de Colombia, Ricardo Gareca de Perú, Diego Alonso de Uruguay.

A ellos se agrega Gerardo Martino, borrado en México tras el fracaso en Catar. Ahora Brasil aboga por Ancelotti, en un movimiento impensado y fuera de “lógica brasilera”.



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