Inventario: 167 venezolanos pueblan el mundo


En los días de Richard Páez y César Farías, la explosión de venezolanos llegados al exterior fue un suceso nunca antes visto en el fútbol nacional. Jugadores salidos de las canteras nacionales llegaron a España, Italia, Inglaterra, Francia, Alemania, Portugal, Argentina y Brasil como promesas de una expresión que iba a llegar al Mundial. Fueron, para decirlo más claro, los años de Juan Arango inicialmente en el Mallorca y luego en el Borussia Monchengladbach, y de Salomón Rondón en el Unión Deportiva Canarias y después en el fútbol ruso, inglés y chino.

Como flores en primavera, brotaban los muchachos en todo el país. Algunos de ellos jugaban en las ligas más reputadas del universo futbolístico, y solo faltaba aquel empujón para llegar al Edén mundialista. Mas, no se supo por qué, sin razones que lo explicaran a cabalidad, nunca se ha podido poner una pica en algún lugar donde se disputara la cita mayor.

Empero, la dispersión no ha parado. La diáspora criolla, más allá de los límites nacionales ha continuado en el tiempo, y hoy, 167 (uno más, uno menos) de los muchachos pueblan los cinco continentes del territorio del planeta. Es respirable conocer que algunos de ellos, como Yangel Herrera y Darwin Machis, disputan pelotas en la primera división de España y que Tomás Rincón lo hace en Italia, pues ellos han superado los inconvenientes de un continente que exige y que los pone a prueba cada fin de semana.

Pero mirar hacia la primera división de fútbol de elite no es todo. Venezuela debe tener más jugadores en el exterior que algunos países de América del Sur, pero habría que echar una mirada dónde y bajo qué condiciones: ¿cuánto pueden ganar en ciertos circuitos de menor nombradía? Llevar jóvenes a ligas como las de Bangladesh (Daniel Febles, el hijo del recordado Pedro, es uno de ellos), Armenia, Albania, la tercera división de Estados Unidos o República Dominicana, por citar algunas de las menos reputadas, no es lo mismo. Por eso es que, decir “167” hace ruido, pero habría que ver el contexto que los rodea.

Pocos de estos jugadores defienden camisetas de las primeras divisiones; muchos de ellos juegan en segunda, tercera, cuarta y hasta quinta división de lugares remotos. Y, además, algunos de ellos son descendientes, nacidos en este país pero hijos de europeos; para la Fifa son también venezolanos, a menos que sean ellos mismos quienes decidan jugar para la nación de origen de sus progenitores.

Por eso es que no es tan simple hablar de la cantidad de criollos en el mundo; de cierta manera es jugar, inocentemente, al entusiasmo patriótico. Sin embargo, a los futbolistas no se les puede criticar, porque cada uno de ellos busca, con su fútbol y su manera de concebir el juego, darle rostro a la ilusión de ir al cielo del fútbol universal. Como dicen los españoles, “cada maestrillo con su librillo”.

Aquellos pioneros…

Se dice, y es verdad, que fue Franklyn Alleyne el primer venezolano en jugar en el exterior. En aquellos días, años 50, el hombre se apareció en España y Portugal y por allá jugó en primera división. Pasados unos años, Rafael Dudamel fue en su momento el único en traspasar las fronteras; cuidaba con celo el arco del Deportivo Cali, y con ese equipo llegó a una final de la Copa Libertadores.

Al pasar del tiempo fue Stalin Rivas, quien con su magia convenció al Anderlecht. Este club lo envió al Boom de la segunda división con las esperanzas puestas en el guayanés, mas su rebeldía, su manera de ser fue su piedra en el sendero. Regresó a jugar con el Caracas, luego de una transacción por 150 mil dólares, para nunca volver a Europa.

Hasta aquí la pequeña historia de los pioneros, de aquellos que abrieron brecha de balón y goles a sus compatriotas.

EN TIPS

Francia

Nantes Oswaldo Vizcarrondo (central), Fernando Aristeguieta (atacante) y Gabriel Cichero (lateral) fueron los “invasores” que llegaron juntos al Nantes.

Inglaterra

Cuando Juan Arango triunfaba en Alemania, se corrió con insistencia el interés del Liverpool por el mediocampista. Fue una negociación que nunca llegó.

Brasil

El asombro en el fútbol del país llegó cuando Alexander “pequeño” Rondón fue llamado por el Sao Paulo, en momentos cuando no había allá ningún criollo.

Portugal

Herbert Márquez fue al Marítimo de Funchal en un intercambio con el Marítimo local. Estuvo un año, en tiempos cuando ver a uno de aquí era una rareza.

Venezuela

Muchos de los venezolanos de los años 60 y 70 solo jugaron en el país. No existía la figura del empresario que los hubiera llevado a otras latitudes.



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