Quien dude que estamos en tiempos en los que el monarca del mundo es el “dios dinero”, carajo, está desactualizado y viviendo en el pasado efímero.
El dinero todo lo toca, y el fútbol no puede eludir tal abundancia. Está rociado por la plata y ha llegado a tanto, que ya le ha quitado la pátina de deporte puro: tienes al equipo en tus manos según lo que puedas pagar.
Pregúntenle a la liga de Arabia Saudita y sus 16 equipos, o a la Major League Soccer y sus 29 socios. Han tenido procesos parecidos, aunque con algunas diferencias: los árabes, con una liga fundada en 1976, han solidificado su circuito con nombres resonantes; la que funciona en Estados Unidos, que existe desde 1993, ha tenido más claro que el desarrollo, y aunque también ha fundamentado el espectáculo con connotadas figuras, no ha descuidado las raíces alimentadas por el fútbol universitario.
Ya Cristiano Ronaldo se esfuerza no solo para que le entreguen 200 millones de euros por temporada, sino para aprender algunas palabras en árabe.
Y como él, unos cuantos jugadores que van en procura del dorado así este no quede en Venezuela o Perú, sino en Riad, la extravagante capital saudí. Por allá están en procura de contratos que les garanticen “el caviar de sus nietos”, como dicen los españoles, David Ospina, Luis Gustavo, Ever Banega, por solo citar algunos de nombradía.
La Major League Soccer, que se ha convertido en solución de fútbol y de vida para jugadores latinoamericanos, ha sido desembocadura de carreras insignes, mientras Estados Unidos es seducido de a poco por el embrujo del fútbol. Allá llegó David Beckham para ganar una fortuna con Los Angeles Galaxy.
La más reciente de sus adquisiciones ha sido Lionel Messi, y eso es mucho decir. Su punto de partida estuvo en la Norh American Soccer League, proyecto dado a luz en 1968 y que poco duró por dificultades económicas.
Ese circuito, animado por el Cosmos de Nueva York, fue el encuentro de Pelé, a quien le debe la MLS mucho de su éxito como inspirador, y sus compañeros Franz Beckenbauer, Carlos Alberto y Giorgio Chinaglia.
El fútbol, pues, ha derivado en un gran negocio. Hoy día el jugador va al mercado como un auto de última generación o un yate lujoso de no se sabe cuántos metros de eslora. Messi fue a Arabia para grabar un comercial, pero también y como quien no quiere oír, para poner atención a lo que los adinerados hombres de fútbol podían ofrecerle. Prefirió Estados Unidos, además del dinero, pero razones familiares: quiere que sus hijos aprendan inglés y conozcan otra manera de vivir.
La competencia de desorbitadas cuentas bancarias sale al ruedo a ver quién da más. La Liga de Arabia Saudita y la Major League Soccer ven al fútbol como sus nuevos juguetes, pero igualmente amenazan seriamente la tradición y la soberbia de Europa. Veremos cuánto aguantan, y que viva el dinero contante y sonante.
Fútbol de plata en mano
Pretender convertir el fútbol en un maná de dinero no es nada nuevo. Ya la historia registra otros movimientos en los que el caudal de la plata ha enloquecido a empresarios que han querido convertir el “dribbling” en monedas y las paradas de arqueros en billetes incontables.
El inicio de esta arrancada enfebrecida la vivió el Millonarios, reciente campeón de Colombia, cuando en los años cuarenta pretendió cambiar el curso del fútbol suramericano contratando con visos de ilegalidad a Alfredo Di Estéfano y otros astros del River Plate argentino.
Mientras tanto, en Venezuela se vivió hace algunos años el movimiento que transformó al Caracas en un equipo invencible en virtud de las inversiones del doctor Guillermo Valentiner. Pero a diferencia de los sucesos colombianos, estos sí fueron negocios atados a los reglamentos del fútbol internacional
EN TIPS
Desboque. La Liga de Arabia Saudita no se detiene. En su afán de contrataciones derrocha enormes cantidades de recursos para construir un gran imperio de fútbol.
Diferencias. La Major League Soccer ha fijado, como parámetro, diferentes tipos de fichajes. Los llamados “jugadores franquicia” obtienen mucho más que los otros.
Arrogancia. Los árabes han dicho que su Liga va a ser una de las mejores del planeta, sin importar cuánto les vaya a costar. Pero ¿hasta cuándo durará esta fiesta?
Frustrados. Hace algunos años se creó en Pekín la Superliga China, con la misma idea: llevar a los más consagrados, pero las leyes del país no le permitieron crecer.
Venezolanos. Fernando de Ornelas fue el primero en jugar en China, pero en 2a. Alejandro Cichero fue el pionero en 1a, seguido por