
🎾 Daniil Medvedev vs Alexander Zverev
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Carlos Alcaraz no tiene fin. El número uno del mundo parece no cansarse de ganar partidos, ya suma 66 en 2025, y de llegar a finales, es su décima del año y su novena consecutiva. El mantra se repite día tras día: Alcaraz, hoy por hoy, no tiene rival. Por mucho que Casper Ruud le ponga en complicaciones con un primer set muy completo, el murciano acepta el reto, sube el nivel y con su servicio resuelve un duelo muy igualado (3-6, 6-3, 6-4) para meterse en la final del ATP Tokio, donde espera Taylor Fritz, que fue capaz de vencerle la semana pasa en la Laver Cup. Más motivación para un Alcaraz que tiene una hambre infinita.
Tras la exhibición mostrada en su anterior duelo en el ATP Tokio ante Brandon Nakashima, en la que Carlos Alcaraz rozó, otra vez más, la perfección, estaba por ver como se desempeñaría ante un rival de la talla de Casper Ruud. Aunque el murciano ha demostrado en más de una ocasión que no le importa el oponente que tenga en frente, el duelo ante el noruego suponía una oportunidad perfecta para confirmar que se encuentra en el mejor momento de su carrera.
No hace falta destacar que Casper Ruud no es Nakashima, ni Zizou Bergs o Sebastián Baez. El nórdico, a pesar de haber estado lesionado desde Roland Garros y haber vuelto en el US Open, ha recuperado la forma en muy poco tiempo y se presentaba como un verdadero escollo en el camino de Alcaraz de alcanzar su décima final de la temporada.
Sin embargo, la confianza del español era tal que, como en el inicio de sus otros partidos, disfrutaba de bolas de break para ponerse rápido en ventaja. Pero el noruego acostumbra a ser una roca y con mucha paciencia y oficio iba salvando cada una de las tentativas. Algo que no había experimentado el número uno del mundo a lo largo de su semana en Tokio.
La varita de Alcaraz no respondía
Además, el servicio del español estaba siendo menos efectivo que durante el resto del torneo, con un 61% de primeros servicios. Por primera vez en muchos días, Alcaraz no tenía el control del partido y se empezaba a incomodar. Más todavía cuando desaprovechaba un 15-40 en el séptimo juego. Aquella situación terminó desquiciando al murciano y encumbrando al noruego que, además de jugar un partido muy ordenado, parecía haberle robado la inspiración a Alcaraz para hacerse con el primer set por 6-3.
Parecía que no era el día de Carlitos, sobre todo por el gran nivel de Ruud que gozaba de una bola de break en el primer juego, pero cambió el chip y si en el primer set no entraban los servicios, en el segundo eran misiles. La actitud también era otra y de la frustración se pasaba a la determinación. Alcaraz quería otra final más, rompía por fin el saque del noruego y se ponía 3-0.
Volvió el saque, volvió el mejor Alcaraz
Ahora sí apareció el Alcaraz que se había visto a lo largo de toda la semana. Dominando con su derecha y certero con su servicio. Y cuando el número uno alcanza esos niveles de tenis y efectividad, poco puede hacer Casper Ruud que veía como el de El Palmar ponía el 6-3 en el marcador y mandaba el duelo al definitivo. La mejora del saque fue lo que terminó de desequilibrar la balanza, pasando de un 61% de efectividad con su primer servicio en el primer set a un 76% en el segundo parcial. Palabras mayores.
Una vez ya dentro del tercer set, las fuerzas se equilibraron. Ruud no se vino abajo, aceptó el ciclón del segundo set, pero volvía a mostrar el orden del primero. Mientras que el primer servicio de Alcaraz volvía a desaparecer por un momento y el noruego disponía de dos bolas de break en el tercer juego que podían ser definitivas, pero ahí fue cuando volvió de nuevo el saque del murciano. Demostrando una vez más lo difícil quebrar, en todos los sentidos, al número uno del mundo.
El número uno cuando todo se iguala
Y ahí se acabó el partido. Porque Alcaraz aprovechó el remordimiento del de Oslo para romper en el siguiente juego y colocar el 4-2. Otro ejemplo más de porque Alcaraz está un paso por encima del resto; cuando tiene que resolver no falla.
Por mucho que Ruud no se rindiese, Alcaraz ya no dejó escapar el partido y su servicio, implacable en el segundo y parte del tercer set, dictaba el camino hacía la victoria del español por 3-6, 6-3, 6-4, que si bien tuvo que picar piedra para deshacer el muro de hielo del noruego, exhibió otra vez los numerosos motivos que le confirman como el mejor tenista del mundo.