Una vez leímos, en un libro de escritor William Faulkner(“Luz de agosto”), acerca de un pueblo que no se sabía dónde quedaba, porque era “una perla perdida de un collar roto”. Vaya metáfora para representar el incierto lugar en el mapa de aquella población estadounidense.
Y mirando bien los vaivenes del fútbol en estos tiempos en los que se escriben los capítulos finales de las ligas europeas, el sentido figurado en la pieza literaria de Faulkner viene al caso. Son días de rumores de cambios de jugadores, de habladurías de esquinas, de especulaciones y de supuestos, y sobre todo, de falsas ilusiones: “Yo quisiera ver a fulano en tal equipo… y yo a este otro en este club de mi ciudad…”.
Esas “transacciones” casi nunca se dan; quedan en la “nube”, como se dice hoy a ese espacio imaginario a donde van a tener textos y fotos guardados en los vericuetos invisibles del teléfono celular…
Estamos hablando de tipos famosos, caramba, de futbolistas que, convertidos en “perlas perdidas de collares rotos” por la incertidumbre de sus próximos destinos, van a ir donde el mercado, plata de por medio, les favorezca.
Y estamos hablando de Neymar, apetecido por tantos, aunque las agujas de la brújula apuntan hacia Inglaterra. Manchester City y Arsenal se meten los dientes y abren sus fauces en procura del astro que no obstante su talento, ha derrochado las oportunidades de ser el mejor de los mejores.
Saldrá del París Saint- Germain, como saldrá Lionel Messi hacia, ¿Arabia Saudita? Este país se ha convertido en los años recientes en la “nueva China” del fútbol; un contrato inimaginable y de fábulas como las de las mil y una noches podría ser la tentación a la que el argentino, como ya le sucedió a Cristiano Ronaldo, no se podría negar…
Y entonces llegamos a Yangel Herrera. Firmado hace algunos años como jugador elegido, con un porvenir asegurado en el Manchester City, se ha ido diluyendo con los años, y ya, a sus veinticinco años de edad, ha ido volteando la mirada hacia el fútbol español.
Ahí enseña su categoría en el mediocampo del Girona, y espera el mercado de verano para conocer dónde será su próxima parada, qué camino tendrá que andar. Hace dos años, Herrera fue conceptuado como uno de los mejores mediocentros del fútbol español, pero las lesiones recurrentes y la falta de visión que pueden dar equipos como el Granada y el Español, donde jugó antes del cuadro catalán, han contribuido al alejamiento de su sueño inglés.
Tal vez, porque calidad tiene, aun pueda ir a un club de más altura y no vaya a ser “la perla perdida de un collar roto”.
Nos vemos por ahí.