DAT.- Elegir a los beneficiarios de un seguro de vida es una decisión que trasciende lo financiero: es un acto de cuidado y responsabilidad hacia quienes más importan. Esta elección, aunque parece sencilla, implica considerar aspectos legales, emocionales y prácticos para garantizar que el beneficio llegue a las manos correctas en el momento adecuado.
Explica Hjalmar Gibelli que, a menudo, las personas postergan esta tarea o la abordan sin la información necesaria, lo que puede generar complicaciones futuras. Por eso, entender cómo designar beneficiarios de manera efectiva es clave para maximizar el valor de un seguro de vida.
¿Por qué es crucial elegir bien?
La designación de beneficiarios determina quién recibirá el pago del seguro en caso de fallecimiento del titular. No se trata solo de escribir un nombre en un formulario; implica prever escenarios y tomar decisiones informadas. Por ejemplo, ¿qué sucede si el beneficiario fallece antes que el titular? ¿O si es menor de edad? Estas preguntas subrayan la importancia de planificar con cuidado.
Un error común es asumir que el testamento prevalecerá sobre la póliza. Sin embargo, los seguros de vida operan al margen de los testamentos, y el beneficiario designado en la póliza recibirá el dinero directamente, sin pasar por procesos sucesorios. Esto agiliza el acceso a los fondos, pero también exige claridad en la elección. Cambios en la vida, como matrimonios, divorcios o nacimientos, requieren revisar y actualizar estas designaciones para evitar conflictos.
La flexibilidad es otra ventaja. Los seguros permiten nombrar beneficiarios primarios y secundarios (o contingentes), así como dividir el beneficio en porcentajes. Por ejemplo, una persona puede designar un 70% a su cónyuge y un 30% a sus hijos. Esta posibilidad ofrece control, pero también responsabilidad: hay que asegurarse de que los porcentajes sumen el 100% y de que los nombres estén correctamente registrados.
Aspectos legales y prácticos a considerar
No todos los beneficiarios son iguales ante la ley. Designar a un menor de edad, por ejemplo, puede complicar el proceso, ya que los menores no pueden recibir directamente sumas importantes. En estos casos, es recomendable nombrar a un tutor legal o establecer un fideicomiso que administre los fondos hasta que el menor alcance la mayoría de edad. Este paso, aunque añade un trámite, protege los intereses del beneficiario y garantiza que el dinero se utilice según lo previsto.
Otro aspecto a tener en cuenta es la claridad en la identificación. Incluir nombres completos, números de identificación y relaciones con el titular evita confusiones. Por ejemplo, si se nombra a “Juan Pérez” sin más detalles, podría haber disputas si existen varias personas con ese nombre en la familia. La precisión en los datos es fundamental para evitar demoras o malentendidos.
Además, es vital considerar las implicaciones fiscales. Aunque en muchos países los pagos de seguros de vida están exentos de impuestos, las leyes varían. Consultar con un asesor financiero o legal puede aclarar cómo las regulaciones locales afectan a los beneficiarios. Este paso es especialmente importante si los beneficiarios residen en el extranjero o si el seguro cubre sumas elevadas.

Revisar y actualizar: Un hábito esencial
La vida cambia, y las pólizas de seguro deben adaptarse a esos cambios. Un beneficiario designado hace diez años puede no reflejar las prioridades actuales. Por eso, revisar la póliza cada dos o tres años, o tras eventos significativos como bodas, nacimientos o separaciones, es una práctica recomendada. Este hábito asegura que la póliza cumpla su propósito: proteger a quienes el titular desea.
Algunas personas optan por organizaciones benéficas o instituciones como beneficiarios, una decisión que refleja valores personales. En estos casos, es crucial verificar que la entidad pueda recibir el beneficio y especificar claramente su nombre legal. Este enfoque, aunque menos común, puede ser una forma poderosa de dejar un legado.
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Tomarse el tiempo para elegir beneficiarios con cuidado es un acto de previsión que garantiza tranquilidad. Una póliza bien estructurada no solo protege financieramente, sino que también refleja los deseos y valores de quien la contrata. Con información clara y decisiones conscientes, este proceso puede ser una herramienta poderosa para el futuro.
(Con información de Hjalmar Gibelli)