
🎾 Ryan A D Santos vs Mateus Alves
- Entra aquí y regístrate en Bet365
- Haz tu primer depósito de mínimo 5 €
- Entra en la sección «Directo» y ve todos los partidos
Ver partido en Bet365
Una de las experiencias más placenteras que me deja esta temporada será la de sentarme con Marco Trungelliti a dialogar sobre la dureza del circuito y la pureza del competidor, una entrevista sin máscaras donde subrayar la dificultad que sigue teniendo dedicarse a este deporte de manera profesional.
Es posible que Marco Trungelliti (Argentina, 1990) sea el único jugador que me haya cruzado en todos los escalones de la pirámide: Grand Slams, cuadros ATP, Challenger y Futures. Y sin embargo, jamás había tenido la oportunidad de sentarme a conocerle. Esta deuda se pagó la semana pasada en la Copa Faulcombridge de Valencia, donde el argentino alcanzó los cuartos de final, invitación de oro para ‘debutar’ en Punto de Break y contar una de las historias más románticas del circuito.
– La historia de Marco Trungelliti, un superviviente del tenis
Se me ocurren pocos perfiles más de batalla que Trungelliti, un tenista que viajó 10 horas en coche con su abuela para disputar Roland Garros en 2018. Un argentino que se instaló en Barcelona para hacer más amable este circuito que te ahoga. Esposo, padre y jugador profesional, entregado a cada una de sus causas, aunque muy consciente de la jerarquía entre ellas. Con 35 años sigue soñando, ya no solo con irrumpir en el top100, sino con ser mejor tenista que el día anterior. Una entrevista que utiliza el deporte para hablar de superación y del amor por lo que uno hace. De la vida misma.
¿Qué te parece el club? ¿Ves potencial para celebrar aquí un ATP?
Vine a jugar hace dos años y desde entonces mejoraron mucho el tema de las pistas, aunque todavía necesitarían tener alguna cancha más de entrenamiento. Entiendo que siempre hay socios jugando pero, si el objetivo es subir de categoría, ese espacio para los socios debería reducirse. Es un torneo hermoso, bien armado, la Pista Central es muy bonita, el hotel está correcto, la comida está correcta… Nosotros tampoco necesitamos lujos pero, por buscar alguna cosa más, sería interesante contar con baños de frío y baños de calor, aunque esto ya son pequeños detalles.
Aquí has llegado a cuartos de final, ¿cuesta mucho controlar la mente según vas profundizando en el cuadro?
No sirve de mucho mirar hacia delante, aunque a mí sí me gusta calcular, más por una cuestión de motivación. Hoy por hoy, sí logro controlar esa ansiedad, pero hace años me costaba muchísimo, sufría vaivenes mentales que me hacían estar en cualquier otro lugar, pero esto es un tema muy personal. Ahora tengo cierta madurez que antes no tenía, así que me puedo permitir el hecho de pensar en algunas circunstancias futuras, pero siempre con los pies en la tierra.
Desde fuera se te ve como un tenista apasionado, entregado a este deporte. Vas con la misma ilusión a jugar un Grand Slam que un Futures.
Llevo toda la vida haciendo esto, ahora ahora con mucha más consciencia. Tengo pasión por la competición, más que por el tenis en sí. Hace tiempo que esto se convirtió en un proyecto familiar, junto a mi esposa y mi hijo, necesito tener las cosas muy claras cada vez que salgo de casa para dar lo mejor de mí. Si yo vengo a Valencia es porque sé que pudo ganar, aunque luego lo que cuenta es el grado de competitividad que muestre dentro de la cancha. Si vengo y pierdo en el primer partido por una falta de competitividad, el problema acaba siendo más grande. Estos últimos años me marqué ese objetivo, ser competitivo cada semana, aunque me explote el cuerpo esa semana, pero tengo que salir de la pista habiendo dejado todo.
Tú eres de los que juegas más de 30 torneos al año, ¿a todos vas con la mentalidad de ganar? O alguna semana viajas pensando a ver qué pasa…
A mí nunca me sirvió el ‘a ver qué pasa’. Ahora mismo, al nivel que juega todo el mundo, es imposible viajar con esa mentalidad y encontrarte con una semifinal o con el factor suerte. Como mucho te pasará una vez en el año. Si voy a la previa del US Open, obviamente, pensar en ganar el torneo es irreal, aunque siempre vas con la ilusión. Hay que marcarse objetivos que uno pueda alcanzar y, a partir de ahí, seguir peleando si todo sigue hacia delante. Por ejemplo, mis dos últimos torneos en Portugal eran muy importantes, hacerlo bien me suponía acercarme mucho al top100, pero en ambos perdí en cuartos de final, aunque los dos los tuve en la mano. No es que pierda un partido y me quiera cortar una pierna, como me pasaba antes, pero sí es cierto que dejar pasar una buena oportunidad te puede pesar mucho la siguiente semana.
En el tenis se pierde mucho más de lo que se gana, ¿cómo es convivir con la derrota?
A mí me costó mucho entenderlo, creo que empecé a entenderlo hace tres años. Me faltaba madurez, me costaba muchas semanas malas después de perder una oportunidad importante. Si dejaba escapar un partido que había tenido en la mano, luego estaba hundido un mes, hasta que por fin volvía a estar a un nivel mental apto para volver a ganar un torneo. Esto describe todos los altibajos que tuve en mi carrera, pero tengo miles de ejemplos en mi cabeza.
¿Alguno reciente que confirme ese proceso?
Este año, después de perder con Pablo Llamas en última de Qualy del US Open. Yo pensaba que estaba bien, gané el primer set, pero luego él mejoró y la situación me superó, no fui capaz de darle la vuelta. Esa derrota, en años anteriores, me hubiera arruinado el resto de temporada, suponía perder $40.000, 30 puntos y la posibilidad de estar en un Grand Slam […] Si vas juntando todo esto, acabas formando una montaña que te mata, pero esta vez lo analicé y, tres días después, ya estaba entrenando con la motivación para volver a aspirar a más.
¿Qué hiciste después de esos tres días?
Me bajé del siguiente Challenger, me tomé una semana de descanso y me quedé en casa. Luego, en los dos siguientes torneos que participé, salí campeón: Austria y Rumanía. Los mejores del mundo son especialistas en recuperarse muy rápido de las derrotas, no hacen un mundo de cada cosa que les pasa, se centran más en los hechos que en lo emocional. En el tenis, si dejas que las emociones te dominen, acaba siendo terrorífico.
Terrorífico debe ser pensar en la retirada.
Yo estuve a punto de dejarlo varias veces, estaba podrido por dentro. Al principio vivía en Argentina y se me hacían las temporadas larguísimas, se me hacía muy duro no tener una casa. Sentía una envidia terrible por los europeos que perdían un partido y volvían a su casa. Si de algo me arrepiento en mi carrera es de no haber venido antes a vivir a Europa. Esto que te cuento me pasó con 25 años, pero luego tuve otro pico a los 30, en la época del COVID, donde ya estaba listo para irme.
¿Por qué no te fuiste?
Porque me hubiese ido con una espina en el corazón imposible de sacar. Después de haberle dado tanto a este deporte, necesitaba recibir algo de vuelta, así que no quería transmitir toda esa frustración en casa. Al principio de 2021 tuve una conversación con mi esposa y aposté por dejarme la vida esa temporada. Obviamente, siempre hay una cuestión de ranking y dinero que te motiva a seguir hacia delante, ahora estoy volviendo a jugar bien después de un tiempo, es una combinación de varias cosas, aunque lo que me mantiene con vida es la competición. Si mañana me rompo una pierna y tengo que retirarme, este Marco que lo deja sería muy diferente al Marco de 30 años o al de 25, sobre todo a nivel de placer de vida.
Si mañana tuvieras que retirarte, ¿te irías satisfecho?
No, no (risas). Tampoco soy tonto, ahora ya es una cuestión biológica, sé que ya es tarde. Maduré tarde, pero ahora por fin puedo controlar algunas cosas que antes no sabía. Hoy siento que no tengo el techo que sí tenía hace tres años, ni físicamente, ni mentalmente. Estos aspectos ayudan a mantener el fuego activo, aunque ni mucho menos estoy satisfecho, ya veremos el día que termine mi carrera.
Por ahí te llaman ‘El hombre Qualy’. ¿Sabes cuántas jugaste en Grand Slam?
No, más o menos…
Jugaste 43 fases previas de Grand Slam, de las cuales superaste 9.
No está mal.
Y sin embargo, todavía se te resiste el top100.
Me encantaría, más que nada porque es algo con lo que crecemos desde niños. Según el sistema, ser top100 significa que eres bueno, pero esto es una cagada, aunque está vendido de esta manera. Es un objetivo que sigue ahí, por supuesto, aunque puede sonar raro perseguir algo así a mi edad. A lo que aspiro es a llegar a un nivel que no pude alcanzar ni con 30 ni con 25, así es como decidí escribir mi propia historia. La clave es que uno mismo confíe en que puede seguir mejorando.
Desprendes una ilusión inmensa, como si no tuvieras 35 años.
Es así, es así. A veces hasta yo mismo me sorprendo. El año pasado me fui a jugar dos Challenger en África, donde jamás había ido, pero este tipo de ejemplos son los que incitan a otros a intentarlo también. Pienso en cómo se recuperó Marin Cilic, por ejemplo, o cómo regresó Andrej Martin después de perder todo el ranking. Hay muchos ejemplos ahí fuera en los que fijarse, así que me gusta vivir el momento.
¿Cuál es el secreto para seguir compitiendo a esta edad?
Invierto mucho en fisio, por eso mi cuerpo sigue respondiendo de esta manera. Encaro esta parte de mi carrera con la confianza de que toda esta inversión será la que me lleve a desbloquear mi máximo nivel.
¿Hasta cuándo te ves ahí fuera?
No sé, igual termino a los 50 años (risas).
A finales de 2022 fuiste padre por primera vez, ¿hasta qué punto te cambió la vida?
No sabíamos cómo nos iba a afectar, cuando mi esposa quedó embarazada yo estaba #150 de ranking. Lo hablamos y acordamos que, si empezaba a costarme mucho viajar, lo dejaba. Él nació el 30 de diciembre, pasé el 31 con ellos y el día 1 a las 08:00 estaba volando para Australia […] Tengo suerte de que mi esposa es alguien excepcional, una persona normal quizá no lo hubiera sabido llevar. Lo que sí vimos que era necesario era cortar de raíz con la mediocridad del pensamiento, con viajar a los torneos simplemente a ver qué pasa, ahí empecé a ser más responsable dentro de la pista.
¿Cómo manejáis el calendario?
Pactamos que más de tres semanas fuera de casa era inviable, de ninguna de las maneras. O a la tercera semana vienen ellos al torneo, o yo me vuelvo a casa. Así hemos alcanzando un equilibrio hermoso, así no me doy margen para extrañarles. Obviamente, lo ideal sería estar todo el tiempo juntos, pero los recursos son los que son, toca adaptarse.
Cada semana escuchamos a los de arriba quejarse del calendario, de los torneos, del prize money, etc. Escuchando tu relato me doy cuenta de la falta de empatía que todavía existe en el circuito.
La empatía tiene que ser recíproca para que la cosa funcione, para que ellos luchen por las cosas que nosotros necesitamos. Ya veremos cómo acaba todo esto, pero un ejemplo clarísimo es la PTPA, que viene presionando estos últimos años gracias a la gente de arriba, ya que nosotros no teníamos los recursos. Con la vorágine a la que se mueve el circuito, entiendo que es difícil pararse a pensar en la gente que juega Challenger, las cosas son como son, los de arriba ganan más pero también gastan mucho más. En nuestro caso se trata más de supervivencia, pero si te vas a los Futures es todavía peor. El proceso llevará un tiempo hasta que encaje, hasta ese momento seguiremos sufriendo todos.
Parece que todo consista en cobrar más en los Grand Slam, ¿pero qué pasa con el resto de la pirámide?
Hombre, es raro pensar que por jugar primera ronda de Grand Slam cobres lo mismo que por ganar un ATP 250, no tendría que pasar, pero sigue estando todo muy dispar, falta orden. Luego también hay muchas semanas intransigentes, donde la gente juega porque sí, quizá no haga falta jugar todo el tiempo. ¿Por qué no dejar una semana libre entre Roland Garros y la gira de hierba? […] Hay muchas cosas que seguir corrigiendo, pero la empatía nos va a faltar siempre porque somos tenistas, necesitas pensar en uno mismo. Sería bueno que fuera distinto, pero necesitamos un soporte legal que se está construyendo, solo así podemos tener una empatía más global, más allá de nuestro propio cerebro.
Si mañana tu hijo quisiera ser tenista, ¿le empujarías en esa dirección?
Ahora no… pero de aquí a diez años tengo fe de que las cosas estén mucho mejor. El tenis ahora mismo es un deporte que te exprime, no se equipara con la cantidad de esfuerzo que tienes que poner, así que mejor hacer otras cosas más saludables. Aquí dependes de tu cuerpo para comer, si se rompe tu cuerpo no ingresas dinero, mucho mejor no tener que vivir esta situación. Una cosa es que te toque vivirla y otra es que la elijas, pero espero que de aquí a 10-12 años todo esto cambie, aunque la parte de ITF sigue siendo paupérrima, está lejísimos de ser un circuito decente…
¿Lo más urgente es impulsar el circuito ITF?
No sé si lo más urgente, todavía duele tener que escuchar a la gente de mi nivel decir que ‘se puede vivir’ con este ranking. Hablamos de un #150 del mundo, una persona de élite, no creo que deba conformarse con sobrevivir. Cualquier persona de élite, de cualquier profesión, no tendría que estar pensando en estas cosas, sobre todo en un deporte que mueve tanto dinero como el tenis. Igual te alcanza para vivir un año pero, si al año siguiente no repites los mismos resultados, ya no ingresas lo mismo. Se debería cobrar una cantidad de dinero que te permita estar cubierto la temporada siguiente en caso de que te rompas o no te vaya tan bien. Hoy en día, por mucho que alcances las Qualys de Grand Slam, si no lo repites al año siguiente corres el riesgo de volver a cero. ¡A cero real!
¿Alguna vez te quedaste a cero en la cuenta?
Unas cuantas veces.
¡¿Cero euros?!
Sí, sí. De hecho, cuando gané mi primer Challenger en Barletta (2018) tenía 0€ en la cuenta, a principios de abril. Ese mes no nos daba para pagar el alquiler, pero aquello me permitió entrar a París y ahí pudimos mejorar un poquito más. La cuestión es que nunca terminas de hacer la diferencia para estar tranquilo e invertir en un equipo que te acompañe todo el tiempo. Toda la inversión que hago en el fisio es para tener resultados: si no tengo esos resultados, el fisio no puede venir más. Y sin el fisio, a estas edades, ya no aguanto, me tendría que retirar. Estaría bueno que todos tuviéramos el acceso a cierto nivel de recursos, aunque luego cada uno sea más o menos inteligente para utilizarlos. Si eres top100, esto lo tienes todo el tiempo, pero por debajo no lo tiene nadie. Estamos mejorando poco a poco, pero a una velocidad tétrica.
Un jugador como tú, que ya hizo una carrera notable, ¿sigue buscando la forma de mejorar?
Eso siempre. El día que no tenga aspiraciones a mejorar, se acabó. Habrá veces que tenga que forzar, semanas donde no tenga tanta energía y ponga el piloto automático, tratando de zafar como sea, pero siempre pensando en que la semana siguiente pueda volver a buscar ese paso adelante. Si lo piensas bien, ¿para qué hago venir a mi entrenador a los torneos? ¿Para qué el reporte diario del trabajo que hago? ¿Para qué el seguimiento de cada semana, de cada entrenamiento? ¿Para qué gasto todo el dinero en el fisio? Nada de esto tendría sentido si no estás buscando mejorar.
¿En qué necesitas mejorar?
Hay un golpe claro que necesito mejorar, que lo llevo tratando con (Albert) Portas durante un tiempo, que es la derecha paralela. Está bien ahora, sí, pero necesito que esté mejor si quiero llegar al lugar que quiero llegar.
Sé que todavía está lejos pero, ¿cómo te imaginas tu retirada?
No lo terminé de pensar, de momento lo veo lejos, lo importante es que estoy en paz […] Para mí era clave llegar a esta situación, que si mañana me pasa cualquier cosa, si me rompo y no vuelvo a jugar, me voy en paz. Luego está la otra parte, la de llegar al top100, eso también sería muy lindo, pero la realidad es que estoy en paz.
¿En qué momento alcanzaste esa paz?
Cuando conocí a mi esposa empecé a tener paz (risas). Ahí empecé a mejorar bastante, hasta que llegó nuestro hijo y ahí volví a a dar otro salto. Ser padre me ayudó a colocar el tenis en la situación de importancia que corresponde, antes estaba mucho más arriba y tenía mucha dependencia, pero ahora hay un ser humano que es más importante que todo lo demás. La familia me ayudó a encontrar ese equilibrio, ahora la prioridad en cuanto a vida es él, pero quiero seguir con mi profesión. Me hace ilusión verle teniendo estas experiencias de ir al club y ver jugar a su papá.
Déjame acabar con un jueguito. Te doy tres opciones y eliges una.
Dale.
Una victoria en Masters 1000. Una victoria oficial en hierba. Una victoria contra un top5 mundial.
Ganar a un top5, seguro.
Sería lo más memorable, sí.
Es que en hierba ya pasé la Qualy de Wimbledon, más o menos está hecha. En Masters 1000 jugué un partido una vez. En Roland Garros gané a Marin Cilic cuando era #10, así que me quedo con ganar a un top5. Sobre todo si es en Grand Slam, a cinco sets, donde se confirma que tienes el nivel para poder ganarles.
¿Algún predilección dentro del top5?
Contra el Nº1, siempre (risas).