Si no hubiera tenido los pies planos, nunca hubiera sido grandeliga


El 12 de agosto de 1984, Luis Aparicio fue el primer venezolano, y cuarto latinoamericano de la historia elevado al Salón de la Fama, tras Roberto Clemente, Martín Dihigo y Juan Marichal.

“Quiero agradecer a mi padre, quien fue un shortstop mucho mejor que yo” dijo Luis en su discurso, al ser elevado, “por haberme dotado de lo necesario para destacar en Grandes Ligas. Gracias a los fanáticos de Chicago, Báltimore, Boston y Venezuela por hacerme tan feliz. Gracias a Dios por tantos momentos especiales, como Este”.

Pero, Luis no hubiera sido tal figura, de no haber nacido con los pies planos. Por eso lo rechazaron de las Fuerzas Armadas de Venezuela donde hubiera sido militar toda su vida.
No obstante, fue campeón en bases estafadas de la Liga Americana nueve temporadas consecutivas. Cuando llegó Luis a las Mayores, en 1956, el robo de base estaba poco menos que olvidado.

Aparicio en la Liga Americana y años después, Maury Wills (Dodgers) en la Nacional, resucitaron esas emociones.

736 veces se embasó por bolas y conectó 2.677 incogibles, para promedio de 262. Le quedaron turnos para ser out, a propósito, 411 veces, con roletazos por primera o segunda para arrimar corredores.

“¿Cuántos de esos llegaron a home?” se preguntó Al López, en una entrevista que le hice después de retirado. Al dirigió a Luis en Chicago entre 1957 y 1962. Y añadió: “Nadie tiene esa respuesta.

La mente de Aparicio fue muy superior a la de todos los demás que dirigí. Descubrir que robando bases podía ayudar más y mejor a su equipo, fue una demostración de la inteligencia suya para el juego.

En “The National Baseball Hall of Fame Almanac 2016”, se lee el siguiente mensaje: “Pocos del tamaño de Luis Aparicio han podido brillar en Grandes Ligas como él”.

Cuando comenzó a perder alcance de lado y lado, fue mejor shortstop. Había estudiado a los bateadores y siempre estaba hacia donde iban los batazos.

Había sido en 1954, cuando en Chicago firmaron a Luis, porque estaban satisfechos con los servicios que desde 1950, les prestaba Alfonso “Chico” Carrasquel.

Aparicio estuvo durante dos años en las categorias menores. Después de la temporada de 1955 necesitaban un bateador zurdo de fuerza y conversaron con los Indios por Larry Doby. De allá les pidieron al venezolanos Alfonso y al centerfielder, Jim Busby.

Preguntaron a su gente de las menores si Luis Aparicio estaba preparado para las Grandes Ligas. La respuesta es histórica:

“¡Ese llegó aquí ya preparado!”.

El 17 de abril de 1956, los Medias Blancas de Chicago alinearon a Aparicio como octavo bateador y en el puesto de shortstop.

Con 21 años, ganó el primero de sus nueve títulos seguidos robando bases. Ningún otro ha obtenido ese premio más de seis oportunidades en fila en las Grandes Ligas.

Luis Aparicio tuvo una carrera lleno de premios y reconocimientos

Luis Aparicio también fue líder en toques de sacrificio, 14; y los periodistas lo eligieron como el Novato del Año en 1956.

En 1959 se echó el equipo al hombro, con 56 bases robadas y 98 carreras anotadas, para encabezar la invasión a la Serie Mundial.

En la votación del premio al jugador Más Valioso de la Liga, llegó segundo. Lo superó su compadre y compañero de combinación alrededor de la segunda base, Nelly Fox.

Pero, los Dodgers no les permitieron saborear la champaña de octubre, al ganarles en seis juegos. Luis bateó para 308, con ocho hits, incluso doble contra Sandy Koufax. Uno solo terminó con mejor promedio, Ted Kluszewski, 391, también de los Medias Blancas. Aparicio, el primero de Venezuela en una Serie Mundial.

En 1966 el mánager Hank Bauer vio a sus Orioles despachar a los favoritos Dodgers en cuatro fechas de la Serie Mundial. El único latinoamericano en esta serie fue Aparicio. Los Dodgers no tenían ninguno.

Pudo ganar más dinero pero rechazó un cheque en blanco de los Yankees

En la primavera de 1974, los Medias Rojas, para quienes jugaba Luis desde 1971, entrenaban en Winter Haven, Florida.

Estaba Aparicio por cumplir 39 años, pero sudaba todos los días como el más novato. Lo llamaron a las oficinas del club.

“Lamentablemente, tenemos que dejarte en libertad,”, le dijeron a Aparicio.
El venezolano fue al hotel a arreglar sus cosas para viajar a Venezuela, y sonó el teléfono.

Era George Steinbrenner de los Yankees de Nueva York. Le dijo: “Mandé un emisario, lleva un contrato en blanco, para que pongas cuánto quieres cobrarle a los Yankees por las dos próximas campañas”.

Y Aparicio respondió: “Muy agradecido. Pero a mí me dejan libre una sola vez en mi vida”



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