Una luz, allá lejos


En la autopista por la que transita la selección venezolana parecen haberse apagado todas las luces. Todas menos una, esa que ahora se enciende débil, “y que promete dejarnos a oscuras”, como en la canción de Silvio Rodríguez, pero que los jugadores de la Vinotinto harán lo posible para que se prenda e ilumine por alguna vez al fútbol nacional.

Estamos hablando de los dos partidos que el equipo criollo disputará hoy y el martes ante equipos que, por sus características, bien podrán decir de qué van las cosas en el seleccionado de estos lados.

Uno, Arabia Saudita, veloz como el viento y de rápidas soluciones en los avatares de la acción, aunque poco convencido de llegar a los arcos; el otro, Uzbekistán, duro, de pura piedra en su capacidad técnica pero con cierta claridad para resolver los momentos de apremio. Uno y otro, pues, antípodas del fútbol, destaparán el nuevo discurso futbolístico elaborado por Fernando Batista, director técnico que va de estreno…

Es paradójico que Venezuela haya vencido a los árabes en un amistoso 1-0, gol de Nahuel Ferraresi, semanas antes de que los sauditas batieran a Argentina en el comienzo del Mundial de Catar.

Cosas del fútbol, en el que dos más dos suman cinco y actividad a veces carente de toda lógica. En principio, la Vinotinto será la misma de siempre, o de casi siempre, porque con algunos cambios no habrá mayores asuntos inesperados y pendientes de resolver.

Quizá la ausencia de último momento de Jefferson Savarino, fijo en el ataque, cambie un poco el plan de Batista, pero poco más. Hay ausencias por diversos motivos, es verdad, de jugadores importantes, pero el mapa para estos dos partidos se hicieron sin pensar en ellos: Yeferson Soteldo y Yangel Herrera son los dos que harán falta a la selección.

De resto, bueno, habrá que afrontar los juegos con lo que se tiene…

Pero habrá que tomar en cuenta que serán partidos experimentales, nada definitivos si es que en el fútbol hay algo que pueda ser así. Serán preferentemente de observación, de mirar comportamientos, de anotar detalles. Por eso es que ni a Batista, ni a la selección, se le podrá juzgar por gestión de juego o por resultados.

Pasados los días turbulentos y opacos de José Néstor Pékerman, habrá que estar atentos a lo que pase de aquí en adelante. Es bueno para Batista, entrenador sin experiencia en la dirección, comenzar así, sin demasiados apremios, en procura de tomar la temperatura de una selección venida a menos en el sentir popular, y en la que él tratará de demostrar que ya ha borrado el fantasma de ese cercano pasado.

Nos vemos por ahí.

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