$73.500: ¿Se puede ganar tanto?


La noticia asaltó los espacios informativos. Y momentos después, el asombro invadió el razonamiento de los aficionados al beisbol: Pablo López acababa de llegar a un acuerdo con los Mellizos de Minnesota por 73.5 millones de dólares, pagaderos en cuatro años; es decir, 18.5 millones por cada temporada de lanzamientos a home.

Hace unos meses trascendió otra información estridente, llegada desde Arabia Saudita: Cristiano Ronaldo ganará 200 millones de euros cada uno de los dos años con la tarea de enviar balones a las redes adversarias defendiendo al equipo Al-Nassr. Y así, algunos astros del deporte que obtienen cantidades galácticas y de más allá que ningún otro ser humano alcanzará en un trabajo convencional en los próximos veinte o treinta años, o en toda esta vida y en la que está por inventarse.

Entonces, viene a cuento la inquietud: ¿hay justicia en que un jugador de algún deporte forme una clase social derivada del dinero incontable que cada día entra en sus cuentas bancarias? ¿Debe un hombre ganar con solo un lanzamiento o un disparo al arco más que un científico por un año de descubrimientos y aportes a la sociedad? ¿Por qué es aceptado que un muchacho, a veces sin formación académica, sea mejor visto que un profesor universitario con estudios de postgrado y doctorado?

El teorema hay quien lo ataque poniendo como escudo infranqueable el argumento anterior; mas, hay quien lo defienda al decir que el deporte es parte del hecho lúdico tan necesarios en el ser humano, y también, por las fuentes de trabajo que sus actores abren con sus hazañas en los campos y gimnasios. Y el asunto va mucho más allá, y se asoma por las fronteras del principio filosófico de la razón de ser del deporte, nacido en su concepto en medio de la Revolución Industrial de fines del siglo 19: ¿fue creado para la recreación o para armar el tinglado empresarial en que se ha convertido? ¿Es el músculo igual de importante que el pensamiento? ¿Qué dicen atletas e intelectuales?

De eso se trata. La discusión igualmente hace diana en los artistas de la música popular, amasadores de fortunas incalculables por cantar y bailar en escenarios, algunos de ellas y ellos con artes de dudosa reputación. Mario Vargas Llosa, en su libro “La civilización del espectáculo”, afirma que ya la gente ha dejado atrás a los pensadores y literatos; que hoy los grandes opinadores que son seguidos por la gente, especialmente los jóvenes, son los futbolistas o cantantes de moda. Quizá esto se deba a la ligereza del mundo actual, apremiado con el tiempo, angustiado porque dicen que llega la hecatombe y que todo se acaba, más pendiente de los 140 caracteres del whatsapp que de los libros de mil páginas de autores clásicos.

Vamos, el mundo está hecho así, y cambiar su estructura equivaldría a crear una nueva sociedad: ¿quién lanza la primera bomba de neutrones?

Mays, Aparicio, Europa

En aquellos días de los tempranos años 60 estalló la novedad: Willie Mays se iba a convertir en el primer atleta del mundo en cobrar cien mil dólares por jugar un deporte. “¿Cien mil?”, se preguntaba la gente sin salir de la incredulidad. Tiempo después sería el venezolano Luis Aparicio el amo del dinero cuando llevó sus ganancias hasta ciento veinte mil fuera de impuestos: ¡un logro inimaginado!

Luego fue Europa. Hasta bien entrada la década de los 70 era un suceso pagar dos millones de dólares por temporada en Italia, por entonces el fútbol más aristocrático del continente.
Ahí se mantuvo por un largo tiempo, hasta que insurgieron España e Inglaterra con contratos que reventaron el mercado e hicieron de los futbolistas figuras del jet-set. Hoy obtener por pegarle al balón diez o quince millones de euros por campaña ya es agua corriente.

EN TIPS

Cotizados

No se conocen las cifras exactas, pero Salomón Rondón, Juan Arango y Tomás Rincón han sido los venezolanos que más dinero han ganado en las canchas.

Huracán

Luis Arráez comienza a hacer nombre en las mayores. Ya obtuvo el título de bateo en 2022: ¿cuánto irán a ofrecerle de continuar su arrase en esta campaña?

Descenso

Los futbolistas llegados a Venezuela hace décadas ganaban sueldos en dólares inalcanzables para los que hoy mueven la bola en los campeonatos nacionales.

Japonés

Aún no se sabe cuánto, pero se espera que para la temporada del año próximo algunos equipos ofrezcan a Shohei Ohtani contrato por 500 millones de dólares.

1961

El Inter de Milán, alucinado por la magia de Pelé, llegó a ofrecerle al Santos hace 62 años un millón de dólares por él. Hoy costaría mil millones.



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